Hoy me apetece hacer algo
diferente, es algo que no he hecho antes y que creo que os va a gustar.
¿Recordáis que la semana pasada
subí el cuento “Rojo y gris”, interpretado por Claudio Serrano y grabado en
estudio?
Ya sabéis que ese texto formó
parte de la 2ª edición de EL PODER DE LA VOZ…
Pues bien, aprovechando que tengo
los dos vídeos en mi canal, vamos a ponerlos juntos para ver —y escuchar— las
diferencias (que las tiene) y, así, vemos cuál nos gusta más.
La historia es la misma, pero en
la versión en directo falta una palabra… ¿Habéis descubierto cuál?
¿Os provoca las mismas
sensaciones uno que otro?
¿Preferís la pureza del sonido
que se consigue en un estudio o la energía que fluye en un directo?
¿Necesitáis ver las expresiones
del actor a la hora de apoyar sus palabras o la voz es suficiente para
descubrir los matices?
¿Cuál os parece la mejor opción:
la soledad del micro o la compañía del público?
Este post es un inocente juego,
un experimento, un divertimento, una manera diferente de disfrutar de una voz,
la de Claudio Serrano, y un cuento, demostrando cómo las mismas palabras en
boca de la misma persona pueden tener distintas inflexiones, matices, colores,
dependiendo del lugar y el momento, de la intención y la sutileza, de estar
acompañados o solos, de tener los ojos cerrados o abiertos.
Llegados a este día, ya va siendo
hora de que vea la luz este audio, que lleva conmigo desde febrero de 2016…
Es un cuento, “Rojo y gris”, con la
voz de Claudio Serrano, uno de mis actores de doblaje favoritos —y que me
perdonen los demás, pero…— ya sabéis que, dentro de la profesión, tengo
debilidad por tres voces masculinas y eso no cambia con los años.
Decir que Claudio Serrano es ACTOR—aunque
esté escrito en mayúsculas —, se nos queda corto. Decir que lleva más de 30 años en la profesión, es intentar
reducir a una cifra toda una vida regalándonos emoción a través de los
personajes que ha interpretado.
De voz característica y
carismática, es inconfundible en cientos de películas, series, videojuegos, publicidad…
Mejor os dejo su página web y os dais un paseíto por su vida, así entenderéis
lo complejo que es resumirla en un puñado de pinceladas.
Aunque sé que le tiene especial
cariño a sus papeles como Batman, para mí siempre será Otto en “Los Simpson” pero,
sobre todo, Tony en “Blossom”… Quizá porque me llevan a recordar mi adolescencia,
quizá porque fueron —en parte— culpables de que me picara el gusanillo de las
voces, quizá porque son personajes carismáticos, quizá por ese regusto macarra
a la par que tierno, quizá porque sí y punto.
Contemos intimidades… que eso
siempre gusta. Este cuento lleva grabado más de un año. El mismo día que
Claudio me lo envió, se supo que teníamos vía libre para poner en marcha la 2ª
edición de EL PODER DE LA VOZ. ¿Y quién mejor que Claudio para cerrar el evento?
Entonces, pensamos que era
conveniente mantener la sorpresa y no lanzar al aire este relato. Para que no
perdiera efectividad y, sobre todo, para preservar al protagonista a la hora de
ponerle voz y pasión a esta historia que, aunque no queramos, acaba por
encender nuestra imaginación y nos hace sentir envidia de un simple trayecto en
metro.
Disfrutad, sentaros en este vagón
y cerrad los ojos mientras dejáis que la voz de Claudio Serrano os dibuje la
escena, os haga sentir, os convierta en los protagonistas de la historia.
Gracias, Claudio, por elegir este relato entre la triada que puse a tu
alcance. Gracias por meterte en la piel de este tipo que, vive en blanco y
negro, pero imagina en rojo y gris. Y gracias porque, para mí, es un lujo que
seas una de “MIS VOCES”.
Ahora que la huelga de doblaje ha terminado, ahora que las
peticiones —más que razonables— han sido aceptadas, ahora que los actores y
actrices de doblaje en Madrid han recuperado su voz… Ahora es un buen momento
para recordar dos de mis textos dedicados a esta profesión, a la que debo y con
la que disfruto tanto.
Unas líneas en las que intento explicar, poniéndome en su piel,
lo que ellos sienten frente al micrófono y lo que nos hacen sentir a los demás
a través de sus voces. Su relación con el atril, la pasión y las emociones, la piel,
el cariño, el carisma. El todo encerrado en la intensidad que se esconde en una
escena, en un diálogo, en una palabra, incluso, en un silencio.
Son dos cuentos, reflexiones al aire, ajustados cual traje a
medida para cada uno de los actores que los dieron voz y vida, en las dos ediciones
del evento EL PODER DE LA VOZ.
Uno de ellos es Pepe Mediavilla, con cincuenta años de
carrera, uno de los Maestros, el Decano en aquella primera edición. El otro es
Carlos Moreno Palomeque, de la nueva hornada, que se va abriendo paso en el
mundo del atril. Dos extremos de una misma cadena que se unen, fluyen y
confluyen en favor de una misma dirección, de dignificar una profesión que,
aunque deba pasar desapercibida, no debe vivir en la sombra ni en la abstracción.
Una profesión que merece el aplauso y el reconocimiento de todos, por todo lo
que nos han dado y nos dan, a diario, formando parte de nuestra cotidianeidad,
de nuestra vida, de nosotros.
Ahora que los actores de doblaje —tras 45 días de huelga, de
lucha y de unión— han conseguido lo que era justo, lo que era necesario, lo que
cualquiera en su sano juicio entiende que debe ser lógico y normal; ahora que
muchos se han dado cuenta de la trascendencia que tiene un buen doblaje, de lo
importantes que son los actores y actrices que se esconden tras una voz; ahora
que han visto que no vale cualquiera, que no se puede cambiar una voz por otra
sin que eso le pase factura al resultado final, que son esencia e
interpretación, que no son fichas intercambiables ni números en un listado de
nombres. Ahora, después de estos días difíciles, se merecen que alguien les diga…
Gracias ACTORES,
ACTRICES, VOCES, “MIS VOCES”, GRACIAS por regalarnos vuestro trabajo, por dejaros
la piel y la voz para que nos sintamos protagonistas de una historia. Nunca podremos
agradeceros y devolveros tanto como nos dais, día a día, uno a uno, con algo
tan simple y tan complejo como la voz, la interpretación y la pasión de un trabajo
bien hecho, de los mejores en su gremio —por no decir «el mejor»—, que perdura
en el tiempo, que traspasa la pantalla, que nos pellizca por dentro, despertándonos
todas las sensaciones, posiblese
imposibles, reales y ficticias, universales o genuinamente nuestras. ¡GRACIAS!