Ahora que hemos recuperado sus voces…
Ahora que la huelga de doblaje ha terminado, ahora que las
peticiones —más que razonables— han sido aceptadas, ahora que los actores y
actrices de doblaje en Madrid han recuperado su voz… Ahora es un buen momento
para recordar dos de mis textos dedicados a esta profesión, a la que debo y con
la que disfruto tanto.
Unas líneas en las que intento explicar, poniéndome en su piel,
lo que ellos sienten frente al micrófono y lo que nos hacen sentir a los demás
a través de sus voces. Su relación con el atril, la pasión y las emociones, la piel,
el cariño, el carisma. El todo encerrado en la intensidad que se esconde en una
escena, en un diálogo, en una palabra, incluso, en un silencio.
Son dos cuentos, reflexiones al aire, ajustados cual traje a
medida para cada uno de los actores que los dieron voz y vida, en las dos ediciones
del evento EL PODER DE LA VOZ.
Uno de ellos es Pepe Mediavilla, con cincuenta años de
carrera, uno de los Maestros, el Decano en aquella primera edición. El otro es
Carlos Moreno Palomeque, de la nueva hornada, que se va abriendo paso en el
mundo del atril. Dos extremos de una misma cadena que se unen, fluyen y
confluyen en favor de una misma dirección, de dignificar una profesión que,
aunque deba pasar desapercibida, no debe vivir en la sombra ni en la abstracción.
Una profesión que merece el aplauso y el reconocimiento de todos, por todo lo
que nos han dado y nos dan, a diario, formando parte de nuestra cotidianeidad,
de nuestra vida, de nosotros.
Ahora que los actores de doblaje —tras 45 días de huelga, de
lucha y de unión— han conseguido lo que era justo, lo que era necesario, lo que
cualquiera en su sano juicio entiende que debe ser lógico y normal; ahora que
muchos se han dado cuenta de la trascendencia que tiene un buen doblaje, de lo
importantes que son los actores y actrices que se esconden tras una voz; ahora
que han visto que no vale cualquiera, que no se puede cambiar una voz por otra
sin que eso le pase factura al resultado final, que son esencia e
interpretación, que no son fichas intercambiables ni números en un listado de
nombres. Ahora, después de estos días difíciles, se merecen que alguien les diga…
Gracias ACTORES,
ACTRICES, VOCES, “MIS VOCES”, GRACIAS por regalarnos vuestro trabajo, por dejaros
la piel y la voz para que nos sintamos protagonistas de una historia. Nunca podremos
agradeceros y devolveros tanto como nos dais, día a día, uno a uno, con algo
tan simple y tan complejo como la voz, la interpretación y la pasión de un trabajo
bien hecho, de los mejores en su gremio —por no decir «el mejor»—, que perdura
en el tiempo, que traspasa la pantalla, que nos pellizca por dentro, despertándonos
todas las sensaciones, posibles e
imposibles, reales y ficticias, universales o genuinamente nuestras. ¡GRACIAS!
Cat.
Cat.
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