Otro año más llegamos a este día en que toca hacer memoria… Echar la
vista atrás y darnos cuenta de que, este
año, ha sido duro pero también dulce, ha sido fuerte y frágil; ha sido una
colección de aventuras, certezas, miedos y finales. Pero, también, ha sido principios, “principios de incertidumbre” que
diría aquel, principios que nos han
llevado a lugares a los que no esperábamos llegar, nunca, jamás. Viajes que nos alejan de
lo que, en un principio, queríamos —y creíamos— ser y ya nunca seremos.
Brindemos porque, seguro, ha habido cosas que nos han destrozado por
dentro y otras tantas que nos han reconstruido.
Brindemos por las metas: las pasadas, porque las hemos sabido superar,
y las futuras, porque serán las culpables de que sigamos soñando.
Brindemos por quien hemos encontrado en el camino. Por los que se han
quedado y han querido continuar con nosotros este viaje. Y, también, por los
que se han ido en busca de caminos nuevos por los que continuar su vida.
Brindemos por los que han tenido confianza en nosotros, por los que han
pensado que podíamos hacerlo y han acabado por demostrarnos que tenían razón. No
es fácil mirarse al espejo sin salir huyendo del reflejo que nos devuelve pero,
a veces, alguien viene y, con todo el cariño del que es capaz, nos demuestra quiénes
somos y qué podemos llegar a ser.
Brindemos por quienes van por la vida a corazón abierto y por quienes
viven encerrados en su coraza, porque, a su manera, nos quieren y, a su manera,
nos lo demuestran.
Brindemos por los malos momentos, si, por los malos, porque de ellos y
con ellos también se aprende.
Brindemos por este 2016 que se nos escapa de las manos… Porque ha sido
maravilloso y triste, magnífico y
malvado, impresionante y decepcionante… Pero, gracias a todas esas sensaciones
contradictorias, nos hemos convertido en lo que somos y en lo que vamos a ser a
partir de ahora.
Brindemos por los trescientos sesenta y cinco días que tenemos por delante,
llenos de cosas nuevas, de sorpresas, de tropiezos, de gentes que llegarán y de
otras que se irán. De vida, de vidas. De manos que siempre andarán cerca para
recogernos. De voces, de “mis voces”, que son capaces de llevarnos más allá de
un puñado de simples letras en un papel.
Brindo con vosotros y por vosotros, porque bien sabéis que os deseo lo
mejor. Porque sigáis ahí, dedicando un minuto de vuestro tiempo a mis
criaturas, hambrientas de que alguien les preste atención, las acoja y las dé
cariño, de que alguien las roce y les insufle vida, de que alguien les dé voz y
les convierta en realidad.
Y, por último, brindo por todas las oportunidades que vendrán, porque
sepamos verlas a tiempo y no dejemos escapar ni uno solo de los trenes que se crucen
en nuestro camino.
¡Demos el último trago a la salud de este 2016 y levantemos la copa
para recibir al 2017!
Levanto mi copa.
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