jueves, 12 de mayo de 2016

Profundidades


Y en mitad de la sala vacía, cuando las campanas de la iglesia rompieron el silencio, María subió a la superficie de las páginas, dando una tremenda bocanada de aire. Apoyándose en el borde del libro, con esfuerzo, consiguió salir de la marea de palabras que la empapaba.
Por unos segundos, se quedó sentada en el borde de la mesa, recuperando el aliento, ahora que, por fin, estaba en tierra firme. Se retorció el pelo hasta lograr que cayeran las últimas letras que aún goteaban, formando un charquito de sílabas en el suelo, y sacudió de sus manos frases completas  que, como algas pegajosas, se le habían quedado enredadas entre los dedos.
Se giró y volvió a mirar a las profundidades del libro. Y allí estaban, suspendidos en el último renglón de la página, el Capitán Nemo, a punto de enfrentarse al gigantesco pulpo que, con sus interminables tentáculos, había conseguido atrapar al escurridizo Nautilus.
Suspiró y cerró el libro, con cuidado, tratando de no empapar, aún más, la mesa de la biblioteca con el agua que se desbordaba por los márgenes.
Se acercó a la estantería que guardaba todas las obras de Julio Verne y, poniéndose de puntillas, dejó el libro en el hueco que le correspondía, despacio, sin agitar demasiado su interior.
Y, chapoteando entre historias a medio terminar, dejando tras de sí un reguero de vocales y consonantes, regresó a casa, deseando volver al día siguiente para zambullirse, de nuevo, en las profundidades del libro.

Imagen:
http://whitebook.deviantart.com/art/The-Water-Book-88384567

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